sábado, 29 de octubre de 2011

Libros



Ricardo Rivas García, Razón, progreso y utopía. Una relectura del sentido de la historia y de la noción de progreso en la ética del discurso, México, Universidad Intercontinental, 2007, 166 pp.

La intención de este libro parte de la pregunta sobre la posibilidad de una redefinición ética de la noción de progreso desde otro paradigma teórico que nos permita superar la negatividad y el pesimismo antiprogresista, el relativismo o el irracionalismo promovido por varias corrientes de la filosofía contemporánea desde finales del siglo xx y hasta nuestros días. Para responder a ella, el autor expone las críticas a las que ha sido sometida la idea ilustrada de progreso. Horkheimer, Adorno y Benjamin son analizados en la primera parte; posteriormente, se presenta el diagnóstico de Lyotard y Vattimo. Esta crítica, hecha desde disposiciones filosóficas diversas, trata de abrir la puerta a la concepción de Karl Otto Apel y Jürgen Habermas, representantes de la llamada ética del discurso, en la que Ricardo Rivas se fundamenta. El autor concluye: “si el progreso de la historia se identifica con el de la razón que se despliega, y ésta lo hace a partir de la praxis comunicativa, entonces podemos reconsiderar esta noción a partir de una lectura postmetafísica para postularlo como ideal regulativo”


[Si le intersa adquirir este libro, escriba a ripsiedu@uic.edu.mx

o comuníquese al (52 55) 5487 1300 ext.4446]

jueves, 27 de octubre de 2011

Guerra y violencia

La guerra y la violencia en la era tecnológica
Jorge Enrique Linares






[Fragmento del artículo publicado en Intersticios, núm.16, 2002]

La humanidad lleva en sus entrañas la violencia como signo de su finitud, de sus carencias, de sus miedos y de sus excesos, en suma, como huella de la hybris consustancial a su ser; pero el hombre también lleva inscrita en su ser una potencialidad para la paz y la concordia, para el altruismo y la cooperación. La violencia no puede ser eliminada, al parecer, pero tampoco puede ser cancelada la perenne aspiración a un estado de paz.
    
     El desafío moral para la humanidad en el futuro inmediato es la contención de la violencia, el dominio de los impulsos tanáticos colectivos para fortalecer las fuerzas de la vida y de la paz, de la tolerancia y del respeto a la dignidad humana. Mientras exista ética, puede sobrevivir la fuerza del mensaje de no violencia, de tolerancia y de concordia.

     A principios del siglo XX, los intelectuales europeos confiaban en el progreso moral de nuestra civilización y pensaban que la barbarie había sido ya superada. Ahora, ante los múltiples regímenes opresivos, el genocidio, el terrorismo, el exterminio étnico y religioso o la amenaza nuclear, la conciencia ética tiene una nueva dimensión: sabemos ya de lo que el hombre es capaz si posee los medios tecnológicos, si la tecnología está destinada en su diseño y en el uso, hacia los fines del exterminio.Hemos perdido ya la inocencia. Además, el colapso de la autoridad religiosa y la decadencia de la creencia en un Dios han dejado un vacío de ley moral universal. Sabemos que ninguna ley religiosa ha podido impedir el carnaval de la crueldad (en palabras de Glover) que ha sido el siglo XX.

     A partir de ello, no podemos aspirar a la realización de una utopía ética de armonía universal ni a la realización a largo plazo de una paz perpetua, como proponía el filósofo de Königsberg. La ética de nuestros tiempo no puede ser una ética de leyes máximas, sino quizá una ética de acuerdos y pactos mínimos; no puede ser una ética de razón pura, de valores absolutos, sino una ética concreta que comprenda la complejidad y dinamismo del mundo de la vida.



Libros








María Teresa Muñoz Sánchez, Wittgenstein y la articulación política de lo público, México, Universidaad Intercontiental, 2009, 126 pp.


María Teresa Muñoz nos ofrece en Wittgenstein y la articulación política de lo público el resultado de su investigación acerca de cómo puede aprovecharse la herramienta del segundo Wittgenstein para arrojar luz sobre las particularidades del discurso político y, por ende, sobre los grandes malentendidos que se han arrastrado a lo largo de la tradición filosófica de la política. De acuerdo con la propia autora, el ánimo de ofrecer una relectura de la propuesta del filósofo austriaco la empuja a mostrar que éste es, si no el único, sí el modo más pertinente de acercarse al análisis del discurso político, lo que, eventualmente, podría conducir a una nueva forma de práctica política. En efecto, está convencida del potencial de la herramienta wittgensteiniana para llevar a cabo esta tarea, dadas las características de los supuestos —o deberíamos decir “no-supuestos”— en que se apoya, a saber, que el lenguaje tiene un carácter articulador y no sólo descriptivo o nominativo, en virtud del cual se construyen realidades sociales y, por tanto, políticas. Más aún, conforme a esta manera de enfocar la función del lenguaje, la realidad social (y política) se construye lingüísticamente en la medida en que resulta imposible concebir una experiencia, cualquiera que sea, de carácter prelingüístico.


Teresa Santiago Oropeza


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sábado, 22 de octubre de 2011

Intersticios y la persecución

En esta forma orgánicamente desarrollada de la humanidad parece como si bajo la presión  de la persecución los perseguidos se hayan juntado tanto que ha desaparecido el intersticio que hemos llamado mundo.
Hannah Arendt